Lucía González (LG), Presidenta Ejecutiva de la Fundación Nacional Batuta, gestora social y cultural, amante y defensora de la justicia social, del arte y la cultura. Ha sido directora de diversas entidades culturales como el Museo Casa de la Memoria, del Museo de Antioquia, entre otros. Ha trabajado en el campo social y cultural en entidades tanto públicas como privadas. Fue Comisionada de la Comisión de la Verdad y ha continuado promoviendo la apropiación del Informe y el Legado en diferentes espacios nacionales e internacionales. Desde el 2021 ha estado liderando la exposición del Informe de la Comisión de la Verdad ‘Hay Futuro si Hay Verdad. De la Colombia herida a la Colombia posible”, en coordinación con diversos aliados que apoyan esta apuesta.Conversamos con ella sobre las recomendaciones del Informe del tema 8: para lograr una cultura para vivir en paz y de la exposición...
Sobre las recomendaciones tema 8: para lograr una cultura para vivir en paz (recomendaciones No. 62 a 66)
VEA: Cuando se habla en el Informe Final de la Comisión de la Verdad de las recomendaciones del tema 8: para lograr una cultura para vivir en paz, ¿a qué se refiere?, parece ser un tema bastante amplio, pero a su vez tiene acciones y actores muy concretos.
LG: Si entendemos que la cultura se refiere a los valores, valoraciones, prácticas, costumbres, modos de relacionarnos y estar en comunidad, tendremos claro que la cultura es la base de todos los comportamientos y decisiones del ser humano. Ella nos determina, y lo hace de modo que muchas veces no somos conscientes. Por esto, en la Comisión de la Verdad abrimos la pregunta: ¿qué de la cultura ha hecho que en este país la violencia se haya instalado, expresado de la manera tan brutal y persistente que lo ha hecho, y nos haya dado tanto trabajo superarla?
Encontramos que en la base de nuestra cultura hay una construcción ‘del otro’ cargada de estigmas, señalamientos, sospechas, ancladas en el racismo, el clasismo, el patriarcado y la noción del enemigo interno que se instaló en Colombia en la lucha aprendida contra el comunismo y todo lo que sonara a cuestionamiento del statu quo, lo que nos ha impedido no solo reconocer y valorar las diferencias, y convivir en armonía, sino que también se ha reflejado en la forma desigual como el Estado ha copado territorios y poblaciones, con una notable desatención a comunidades indígenas, negras y campesinas. Es necesario construir una noción más incluyente que reconozca la igual dignidad de todos los seres humanos y nos permita sabernos por igual, sujetos de derechos. Este, lamentablemente, sigue siendo a pesar de la Constitución del 91, un país de “blancos, castellanos, católicos y heterosexuales” para muchos y para su dirigencia.
También está en la cultura un desprecio por el Estado y por la ley, en muchos casos por ausencia de Estado y, en otros, por la persistencia de órdenes impuestos. Se ha naturalizado la ilegalidad, la corrupción y la eliminación del otro; los altísimos niveles de impunidad y el difícil y desigual acceso a la justicia, así como la persistencia del narcotráfico y la criminalidad construyen ambientes propicios para esta manera de estar en sociedad. Hay un déficit en la noción de lo público que es necesario resolver. Es por ello que hemos dicho que el cambio tiene que ser en esencia cultural.
En las recomendaciones que dejamos decimos que compete a la educación fundar toda su orientación curricular en la construcción de ‘ciudadanía para la paz’. Cuando más de tres generaciones han vivido sin descanso la violencia armada, la paz no puede ser solo una cátedra. Proponemos al sistema educativo formar en la reafirmación del ‘valor de la diferencia’, que debe expresarse, entre otras, en el reconocimiento de las etnias que el currículo no ha incorporado, de las múltiples opciones religiosas y políticas y el valor de todas las culturas. También hemos propuesto un necesario entrenamiento en la ‘deliberación’ como fuente de aprendizaje crítico y base de la convivencia y, por supuesto, en la ‘inclusión en el currículo del relato del conflicto armado interno’ de los últimos tiempos, para reconocer lo que nos ha pasado e identificar lo que como Nación, y como ciudadanos, debemos resolver.
VEA: ¿Por qué es importante avanzar en la implementación de las recomendaciones del Informe de la Comisión de la Verdad del tema 8: para lograr una cultura para vivir en paz? ¿Conoces sobre algunos de sus avances que nos puedas compartir?
LG: Es necesario que el país se reconozca y valore en la diferencia, que cada cultura sienta orgullo por lo propio y por lo tanto pueda actuar en defensa de su cultura y de su territorio; que aprendamos que la diferencia enriquece la vida y que la eliminación, material o simbólica, pueden seguir siendo el camino para dirimir las diferencias. Solo así podemos ser la humanidad que estamos llamados a ser y la Nación que dé garantías a todos para el desarrollo de su dignidad. Necesitamos una dirigencia y una ciudadanía que respete y valore cada vida, para que sea posible vivir en paz.
Hemos hecho unas recomendaciones concretas al sistema educativo que no se están implementando. Seguimos en la idea de cátedras de paz, cuando el asunto debe atravesar toda la formación. También hemos hecho recomendaciones a dos sistemas de formación muy poderosos que son las iglesias y los medios de comunicación, porque su narrativa puede influir poderosamente en superar la polarización, los estigmas, las exclusiones, pero no sabemos si hay avance consciente en ello. Sin embargo, es destacable el esfuerzo gubernamental por ampliar el acceso a la educación en todos sus niveles.
El Ministerio de las Artes, las Culturas y los Saberes ha entendido el reto. Trabaja seria y consistentemente por reconocer y valorar las culturas y por construir una narrativa potente en clave de convivencia. Creemos que en el arte y en la cultura hay una potencia enorme para alentar estas transformaciones. También creo que la sola creación del Ministerio de Igualdad y Equidad es ya una señal muy poderosa de cambio.
VEA: ¿Cuál puede ser el rol de los aliados/as del Legado para apoyar en la incidencia o implementación de las recomendaciones del tema de una cultura para vivir en paz?
LG: Creo que los aliados han entendido el reto que se plantea desde la cultura. Tal vez sea la recomendación sobre la que más incidencia pueden tener las organizaciones sociales, las universidades, la misma cooperación, porque se trata de profundizar en una narrativa que transforme actitudes que nos permitan convivir en armonía. El discurso, la formación y las propuestas de los aliados pueden ser el gran motor transformador de este estado de cosas que nos impiden convivir.
Sobre la exposición ‘Hay Futuro si hay Verdad. De la Colombia herida a la Colombia posible’
¿De qué se trata la exposición ‘Hay Futuro si hay Verdad. De la Colombia herida a la Colombia posible’?
Es una síntesis del Informe Final, con una mediación y unos dispositivos de interacción que pretenden que se abra una pregunta honda a cada visitante para su conocimiento y comprensión sobre el conflicto armado y el rol que cada uno puede tener en la construcción de condiciones para el logro de la paz.
VEA: ¿Cómo la exposición ‘Hay futuro si hay Verdad’ contribuye a la implementación de las recomendaciones del Informe de la Comisión de la Verdad?
LG: La exposición y su agenda de activaciones son un esfuerzo más de la Comisión de la Verdad, en unión con aliados1 para enriquecer los modos de comunicar los contenidos del Informe Final y ponerlos al alcance de muchos para su conocimiento, reflexión y deliberación. Esperamos entonces que sea un instrumento pedagógico muy potente para el sistema educativo, para las organizaciones sociales y políticas, pero de manera muy especial, para los aliados que deben encontrar en este esfuerzo un soporte para acompañar la tarea de hacer extensivo a muchos, el Legado de la Comisión. Queremos que participen activamente, que propongan activaciones académicas, culturales y artísticas, en torno a esta exposición.
El objetivo no es otro que el de acercar a muchos públicos a las conclusiones que deja la Comisión en su Informe, y animar a que este sea un espacio de deliberación y apropiación. Con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, y la JEP, estamos programando la itinerancia de la exposición en muchos lugares a la vez, y ahí vamos a necesitar del apoyo de los aliados, para llegar por fuera de Bogotá a muchos espacios y públicos.
Esperamos que esta exposición haga parte del relato de Nación en el Museo Nacional de la Memoria.
VEA: ¿Dónde estará la exposición y en qué fechas estará abierta al público?
La exposición se abrió a partir del 12 de febrero, en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, de lunes a sábado, con ingreso gratuito. Esperamos que esté allí hasta principios de febrero de 2025.
Nos proponemos acompañar grupos de colegios, universitarios y organizaciones, en visitas guiadas, según cada población.
Además, buscamos recursos para hacer una producción que nos permita subir a la página web de la exposición https://hayfuturosihayverdad.co un recorrido virtual y así extender esta oportunidad a muchos más.
¿Cuál puede ser el rol de las organizaciones aliadas del Legado para articularse a la exposición ‘Hay futuro si hay Verdad’, tanto las que están en Bogotá como en otros territorios?
Lo más importante es que hagan propia esta exposición, que sientan que es un instrumento pedagógico, académico, artístico de gran valor para la estrategia del Legado y crear condiciones para el logro de la paz.
Algunas de las propuestas para la participación activa de los aliados pueden ser:
Fotos cortesía: Comité de Seguimiento y Monitoreo (CSM) y Juan Diego Castillo.
1 Cooperación Alemana, OIM-PNUD, Fundación Ford, Fundación Sura, UNICEF, Alcaldía de Bogotá-Centro de Memoria Paz y Reconciliación y Rodeemos el Diálogo.
Este boletín es producido por La Paz Querida con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz en Colombia-PNUD y Humanity United.
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